Según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad (ENUSC) 2024, la percepción de inseguridad en Chile se mantiene sobre el 87%. Desde 2019, esta tendencia aumentó de forma sostenida hasta mostrar una estabilización a la baja en las últimas dos mediciones. Además, diversos antecedentes, indicarían la existencia de una ruptura criminológica en el país, caracterizada por una criminalidad más intensa y una institucionalidad más exigida.

En este contexto, fenómenos como la criminalidad organizada, la impunidad en delitos complejos y la expansión de discursos punitivistas sin evidencia científica han permeado tanto la agenda mediática como la conversación pública. A esto se suma que la formación en criminología en Chile continúa siendo parcial y fragmentada en el pregrado, dificultando una comprensión profunda y multidimensional del fenómeno criminal.
Frente a este escenario, la Escuela de Criminología del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana, CESC-UCHILE se ha consolidado como una experiencia formativa única en Chile, diseñada para abrir espacios de análisis crítico sobre la criminalidad y la reacción del Estado.
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Su segunda edición, que contó en su apertura con la presencia del ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, reunió a estudiantes de distintas disciplinas –Derecho, sociología, psicología, periodismo, ingeniería, antropología, entre otras– en un programa intensivo promueve una comprensión integral, empírica y basada en evidencia de los desafíos contemporáneos en seguridad pública.
Sobre el sentido formativo de la Escuela, su contribución al debate público y el lugar que ocupa la criminología en Chile, el académico de la Facultad de Gobierno y director del CESC, Claudio González, profundizó sobre los desafíos de pensar la seguridad desde las ciencias sociales.
Propósito formativo
La Escuela recibió más de 880 postulaciones de 15 regiones y 40 universidades. ¿Qué revela ese interés sobre el momento que vive la criminología en Chile?
Revela, primero que todo, que se trata de un problema no solo de agenda pública, social o política, sino también científico. Dado que hoy circulan muchos conceptos (crimen organizado, temor al delito, corrupción, etc.) que muchas veces son utilizados de modo impreciso, se hace necesario que las nuevas generaciones de jóvenes investigadores, de distintos ámbitos, se acerquen a los fundamentos de la criminología, que es la disciplina científica que por casi 200 años estudia el delito tanto en su fenomenología como en la reacción del Estado.
Como Universidad de Chile, detectamos esta inquietud transversal y la necesidad de aproximarnos desde diversos enfoques disciplinares. El objetivo de la Escuela es justamente formar a las nuevas generaciones sobre la comprensión de estos fenómenos, en una escuela multidisciplinaria, abierta y gratuita, con un abordaje científico de un problema social.

¿Qué tiene de distinto la Escuela respecto de otras iniciativas que abordan temas de crimen, seguridad y políticas públicas?
La Escuela promueve la discusión entre disciplinas, y qué mejor que hacerlo desde la formación inicial. No es una Escuela para profesionales de la investigación científica, sino de estudiantes que tienen interés en el área y que bordean los 23 años en promedio. Ciertamente, no todos los que asistieron se dedicarán a este ámbito, pero sin duda aportará a su formación. Además, tiene un enfoque territorial, porque el fenómeno ocurre de distintas formas en el país. Destacaría esas dos dimensiones: la distribución territorial e interdisciplinariedad.
¿Por qué ha costado instalar una formación inicial criminológica que se sostenga en el tiempo?
A nivel internacional, la criminología no siempre se materializa en una carrera de pregrado. En muchos países, especialmente en el norte global, ha tomado años consolidarse como tal. Además, la demanda del Estado y de la sociedad en general por conocimiento criminológico se expresa en distintos sectores, como el legislativo, de políticas públicas, académico y también sector privado, pero sin una estructura clara.
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Sin duda hay un vacío en la formación inicial, pues hoy la oferta en criminología se concentra principalmente en posgrado. La Escuela busca responder a este vacío, ofreciendo una experiencia inédita que aporte comprensión del fenómeno criminal.
¿De qué manera la formación en criminología puede ayudar a enfrentar narrativas punitivistas que proliferan en el contexto electoral?
El aporte de la Universidad de Chile tiene que ver con ofrecer herramientas para comprender la información disponible. Más que punitivistas, existen muchos discursos irracionales o sin evidencia científica sobre la criminalidad. Por eso, la Escuela busca entregar conocimientos para comprender el fenómeno y abordarlo con evidencia científica internacional, promoviendo políticas públicas basadas en evidencia.
También hay transformaciones institucionales, como la creación del Ministerio de Seguridad Pública. ¿Cómo se conecta esto con la Escuela?
Además de comprender el fenómeno, es clave que los estudiantes comprendan las transformaciones institucionales en el campo de la política criminal. Al fin y al cabo, somos una Facultad que reflexiona sobre el rol y alcance de las políticas públicas. Por eso invitamos al ministro Cordero, para que explicara a los estudiantes los fundamentos de la creación del Ministerio de Seguridad Pública y los posibles impactos de esa decisión en el abordaje de la criminalidad. Fue un debate franco, donde los estudiantes realizaron preguntas y el ministro argumentó.

Así, la Escuela se estructuró en torno a esas dos dimensiones: comprensión del fenómeno y comprensión de las transformaciones institucionales, abordadas en cuatro días intensivos que van desde los fundamentos de la disciplina hasta temas críticos de política pública: sistema carcelario, persecución penal, reinserción, justicia juvenil, migración y criminalidad organizada, entre otros.
¿Qué valor tiene el cruce entre ciencias sociales y criminología para contribuir a las políticas públicas en seguridad?
El valor está en el tratamiento científico del fenómeno criminal. La respuesta a la criminalidad suele estar sujeta a presiones políticas y sociales, especialmente en ciclos electorales intensos, por eso se requiere un abordaje desde la disciplina que aísle su discusión.
¿Cuáles son las proyecciones que tiene en torno a la Escuela de Criminología y el estudio de esta ciencia en Chile?
La Escuela está dirigida a la formación de las nuevas generaciones, no a posgrado ni a profesionales, sino a quienes buscan comprender el fenómeno criminal desde la formación universitaria rigurosa. Es una apuesta de mediano y largo plazo, que busca fortalecer los estudios sobre criminología con estudiantes de todo Chile, de cualquier universidad o carrera, interesados en el campo de la criminología. Entonces, es una función acotada, ambiciosa, pero realista: aspiramos a que las nuevas generaciones aporten una mirada crítica al debate público sobre la criminalidad, su evolución y tratamiento.

