Por Sergio Micco

CEP: El costo de las reformas y de los errores

CEP: El costo de las reformas y de los errores

El Gobierno ha sido mal evaluado por la ciudadanía en la última encuesta CEP. En La Moneda ha preocupado especialmente la caída en la popularidad y en los atributos positivos de la Presidenta de la República. Además las reformas que impulsa el Gobierno aparecen cuestionadas, así como aspectos claves de la gestión pública en áreas como seguridad, salud y transporte público. Sin embargo, cualquier observador imparcial podía prever el costo de las reformas sobre la percepción del Gobierno. Esto, en todo caso, no puede servir de justificación para no abordar los propios errores, aprender de ellos y corregirlos.

"Hacer reformas sociales es como cambiar el techo de la casa viviendo en ella", escribió Edmundo Burke, filósofo inglés conservador. Quienes son perjudicados, sobre todo si son poderosos, las atacan. Quienes podrían beneficiarse de ellas dudan de su aprobación y de sus efectos que serán en el futuro. ¿Quién dijo que hacerlas era fácil? Lo anterior no significa que no se deban anticipar y reducir los costos de ellas.

"La fama no es otra cosa que la opinión que tienen los hombres de otros hombres, es decir nada", dijo San Agustín. Grandes políticos, que realizaron enormes tareas, sufrieron períodos de profundo rechazo. Experimentaron incluso derrotas, exilios y cárcel. Podríamos decir que hay un relación directamente proporcional entre búsqueda de la vanagloria y pusilanimidad. Lo que no implica que un político no se preocupe razonablemente de su adhesión.

"Hay que preocuparse de cosas que dependen de uno, no de las que no dependen de uno", dijo Epicteto, filósofo griego estoico. Lo que debemos atacar son los errores propios. Hay que mantener siempre contacto visual con el adversario, defenderse bien, atacar mejor y buscar acuerdos. Pero lo clave es lo que hace y no hace, dice y no dice, uno mismo.

A partir de estas ideas se podría adoptar la siguiente actitud: asumir los costos de las reformas, aceptar los errores inevitables y evitar los no forzados y no sobrerreaccionar ante una encuesta.

Asimismo, se debe asumir que ha habido gruesos errores en la concepción, prioridad y ritmo de las reformas; que no se pueden presentar todas al unísono; que hacerlas no puede significar olvidar la administración; y que comunicarlas es esencial, tanto en su visión global como en su plan de aplicación. Y también es de suma importancia tener en cuenta que los resultados positivos en corto y mediano plazo no deben ser despreciados; que las descoordinaciones políticas en la propia coalición son inaceptables y que temer a los acuerdos no sólo debilita legitimidad de las reformas sino que además es sancionado por la opinión pública.

Columna publicada en El Mostrador el 9 de diciembre de 2014.

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de su(s) autor(es) y no necesariamente representan al Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.