Con el objetivo de analizar las formas en que se construyen y reproducen las relaciones de poder en torno a Lo masculino en la vida académica, política y social, la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, a través de su Dirección de Género, Equidad e Inclusión, llevó a cabo la actividad “Pensando las Masculinidades en la Facultad de Gobierno”, instancia que convocó a la comunidad universitaria a dialogar sobre género, poder y cultura institucional.
La charla, liderada por el psicólogo clínico-comunitario Salvador Bello Schlack, Mágister © en Estudios de Género y cultura, y profesional de la Dirección de Salud Estudiantil de la Universidad de Chile, abordó cómo la masculinidad no es una condición natural, sino una construcción cultural que varía según contextos históricos y sociales, influyendo de manera decisiva en las relaciones de poder, la violencia y las dinámicas universitarias.
El análisis incluyó ejemplos de rituales de paso en diversas culturas —desde la circuncisión en la comunidad Bukusu de Kenia hasta el bar mitzvah en el judaísmo—, así como dinámicas contemporáneas de socialización masculina en Occidente. Estas experiencias mostraron cómo los mandatos de masculinidad se actualizan en cada contexto, definiendo qué significa “ser hombre” y estableciendo expectativas rígidas como la autosuficiencia, la fortaleza o el dominio social.
Impacto en la vida universitaria
Uno de los ejes centrales de la reflexión fue cómo estas representaciones de lo masculino se expresan en el espacio universitario. De acuerdo con Bello, la masculinidad hegemónica tiende a naturalizar desigualdades, incidiendo en quiénes son escuchados en clases, cómo se configuran los liderazgos estudiantiles y qué modelos de participación se privilegian en carreras como Ciencia Política o Administración Pública. “La universidad no es un espacio neutro: también reproduce dinámicas de género opresivas si no se implementan políticas activas de transformación”, señaló el especialista.
La charla también revisó la relación entre masculinidad y violencia, describiendo cómo ciertos mandatos masculinos —como la demostración de “hombría”, el control sobre los cuerpos femeninos o la represión emocional— están vinculados con la violencia contra las mujeres y entre los propios hombres. En el contexto universitario, esto se traduce en fenómenos como acoso, prácticas homofóbicas, consumo de riesgo y complicidades grupales que invisibilizan las conductas violentas.
Una invitación al cambio institucional
El espacio buscó, además, abrir caminos hacia la transformación. Se plantearon rutas posibles para que los varones puedan construir masculinidades más igualitarias, a través de la empatía, la solidaridad, nuevas formas de socialización, experiencias vitales transformadoras y la participación en dispositivos socioeducativos con otros hombres.
La Facultad de Gobierno reafirmó así su compromiso con una cultura universitaria inclusiva y crítica, donde se discutan no solo las estructuras de poder externas, sino también las prácticas cotidianas dentro de la propia comunidad académica. “Preguntarnos cómo hacemos género en Facultad de Gobierno es un paso fundamental para transformar los espacios en los que convivimos y para formar profesionales capaces de repensar la política desde una perspectiva más justa e inclusiva”, concluyó Bello.